Nueva Zelanda, famosa por su patrimonio natural, está decidida a preservar su medio ambiente ante el auge del turismo que está experimentando. Desde el 1 de octubre de 2019, los nacionales de 60 países (incluida Francia) que deseen visitar Nueva Zelanda para estancias inferiores a 3 meses deben pagar una autorización de viaje llamada NZeTA (Electronic Travel Authorization) acompañada de una IVL (International Visitor Conservation and Tourism Levy).
El objetivo de la NZeTA es reforzar la seguridad fronteriza y agilizar los trámites de inmigración. Permite la entrada ilimitada para estancias de hasta 90 días y tiene una validez de dos años. El IVL, que asciende a unos 20 euros, se destinará a financiar infraestructuras y la protección del entorno natural del que se benefician los turistas. Este impuesto debe pagarse además de la solicitud de ETA y también es válido durante dos años.
La ministra de Conservación del Medio Ambiente, Eugenie Sage, quiere utilizar el turismo como solución para preservar el medio ambiente y luchar contra el cambio climático. Todo un reto, dado que, según un estudio publicado en 2018 en la revista Nature Climate Change, el sector turístico representa por sí solo 8% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero.
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